miércoles, 25 de abril de 2018

VIDA ON/OFF LINE + LA ILUSIÓN DE UNA VIDA SIN INTERNET

Esta semana hemos dado comienzo a un nuevo taller sobre la ciudadanía digital. El profesor nos ha suscitado a pensar en situaciones en las que estemos on-line y en las que estemos off-line; es decir, en qué momentos estamos conectados a la red y en cuáles no.

A medida que avanza el tiempo, vemos también cómo lo hace la tecnología, y la importancia que adquiere en nuestras vidas, pero ¿cómo influye ésta en la sociedad?.

Muchas veces, necesitamos desconectar de nuestro alrededor y evadirnos de la tecnología, a fin de poder reflexionar y tomarnos un tiempo para nosotras mismas. No obstante, ¿cuándo nos sentimos realmente desconectadas?

He de decir que de primeras, me vienen a la cabeza más situaciones de conexión que de desconexión, ya que la tecnología es un elemento indispensable en mi vida


ON-LINE




  • Móvil

Antes de acostarme y nada más levantarme, lo primero que hago es revisar el móvil y ver los mensajes que he recibido, me pongo al día con las redes sociales o veo el tiempo que va a hacer ese día. Mientras desayuno, accedo al periódico online y me informo sobre los acontecimientos ocurridos en la sociedad.

  • Plataformas de Google (Drive, Gmail…)

Las uso de manera habitual, sobretodo para hacer trabajos grupales, puesto que cada miembro de mi equipo vive en una ciudad diferente. Sería difícil concebir la vida universitaria sin el manejo de alguna de ellas.

  • Redes sociales

Utilizo Whatsapp para estar en constante comunicación con mi familia y amigos. Instagram y Facebook, son dos aplicaciones que las uso más por ocio, cuando estoy aburrida o no tengo nada que hacer, es lo primero que me entretiene. He de decir también, que cuando estoy estudiando, entre descanso y descanso, accedo a estas redes sociales para “cotillear” las publicaciones de mis seguidores.

  • Música

Estoy todo el día con la música puesta; cuando me maquillo, de camino a clase, cuando hago la comida/cena, a veces incluso cuando estoy estudiando. Esta la escucho de manera online, mediante aplicaciones como Spotify o Youtube.

  • Publicidad

Cada vez que salimos a la calle, estamos rodeadas de multitud de aparatos electrónicos: carteles luminosos en las tiendas de ropa,  pantallas informativas en las marquesinas de los autobuses, etc.

Todas estas situaciones me han hecho reflexionar sobre lo dependientes que somos de la tecnología, y de cómo de manera inconsciente o consciente, tengo unos hábitos que me hacen esclava en muchos momentos del día.


OFF-LINE





Para mí, el mayor momento de desconexión es cuando decido darme una ducha o un baño. Me permite descargar todo el estrés acumulado durante el día.





El momento de descanso sirve para reponer fuerzas, por lo que apago el móvil y me encuentro en situación off-line.





Amo la naturaleza, y siempre que puedo me escapo a pasear sola o con mi perro, en busca de la tranquilidad y la paz que me suscita.





Una de las reglas básicas cuando comemos en familia es dejar el móvil a un lado. Estos momentos nos sirven para conversar entre nosotros y disfrutar de nuestra compañía.

En definitiva, considero que las tecnologías están para darles un uso moderado y sabiendo dónde están los límites. Es decir, debería ser secundarias a las cosas que realmente tienen importancia.

Para finalizar, relacionaré esta entrada con el artículo “La ilusión de una vida sin Internet, escrito por Evgeny Morozov y publicado en el periódico 'El País', en febrero del 2017.

La noticia habla acerca de una ley que se ha puesto en vigor en diferentes países, y no es otra que el derecho a desconectar del trabajo. Parece lógico que debamos tener tiempo libre y situaciones off-line una vez terminada la jornada laboral, para estar con nuestra familia, pasear, leer, etc.

Sin embargo, parece ser que únicamente aquellas personas que poseen trabajos más prestigiosos pueden lograrlo; y las que tienen trabajos precarios han de estar atadas a las órdenes de sus jefes las 24 horas del día para garantizarse un puesto en la empresa.

Asimismo, se habla acerca del negocio en el que se ha convertido nuestro descanso, puesto que existen campamentos de desintoxicación a Internet,  o sesiones de relajación. Eso sí, el elevado desembolso que supone acceder a ellos, hace que no estén al alcance de todos y todas, solamente de los individuos con un nivel socioeconómico alto.

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