Vivimos en una sociedad en constante vigilancia por las tecnologías. Por ello, a veces hay que reflexionar acerca de si tenemos que tomar restricciones al respecto.
Estoy segura de que alguna vez habéis pensado quién está detrás de todo lo que os rodea, ya que os habéis sentido vigilados y observados de una u otra manera.
Seguramente no sea la única que se siente incómoda con las cámaras frontales de los aparatos tecnológicos. De echo, la mayoría de personas tenemos puesta en el ordenador una pegatina que la tapa, pues no sabemos en qué momento alguien va a poder acceder a ella y vernos. Espiar la webcam de un ordenador es más sencillo de lo que parece.En la actualidad existen infinidad de softwares maliciosos especializados en recoger información de ordenadores ajenos que activan la webcam cuando están infectados. En ocasiones, las grabaciones que los denominados hackers obtienen, son expuestas, por ejemplo, en páginas webs o foros de internet, convirtiéndose así en un verdadero negocio ilegal. Otras veces, las imágenes obtenidas se convierten en un arma para chantajear a los compañeros de clase, del trabajo, etc. Por este motivo, como docentes, debemos transmitir estos peligros a nuestros niños y niñas, puesto que a estas edades son muy vulnerables.
Pero, ¿y si nos paramos a pensar en la vigilancia a la que estamos expuestos en la calle?. Nada más salir de casa, podemos encontrarnos con infinidad de cámaras de diferentes tamaños fuera de los comercios, en los transportes públicos, e incluso en determinados portales. Ahora bien, ¿hemos pensado alguna vez en todas las cámaras de seguridad presentes en nuestro campus?, ¿son necesarias?, ¿condicionan de alguna manera nuestro comportamiento?.
Para reflexionar sobre ello, Aingeru nos motivó a dar una vuelta por las diferentes facultades y detectar las cámaras de seguridad. Una vez localizadas, debíamos sacarles una foto y señalarlas en Google Maps.
Para nuestra sorpresa, encontramos infinidad de ellas, tanto dentro como fuera de los edificios. Gran parte de las cámaras del exterior estaban situadas en puntos estratégicos, es decir, en las entradas y salidas. Una vez dentro, la mayoría estaban en aulas donde había gran material tecnológico que podía ser robado.
Es cierto que muchas de ellas son necesarias para tener pruebas en caso de que se produciese una agresión o un hurto. Además, las zonas con mayor concentración de cámaras tienden a experimentar una reducción significativa de este tipo de actos. Sin embargo, crean un falso sentido de seguridad, ya que pueden grabar un crimen que está sucediendo, pero no pueden frenarlo si no hay nadie que llegue a tiempo. Además, como vimos en otra de las actividades realizadas en clase, los delincuentes pueden esquivar las cámaras, creando asimetrías en su rostro o tapando facciones del mismo.
¿Alguna de ellas estará apagada, y colocada simplemente para intimidar?. En relación a esto, comentaré una experiencia vivida hace unos años. Anteriormente estuve estudiando en Bilbao, y me alojaba en una residencia universitaria. Una mañana, tras varias horas fuera de la habitación, me percaté de que me faltaba la cartera, y otras pertenencias, tales como el dinero, las tarjetas, etc. Acudí a denunciar a la policía, y cuando ésta habló con los trabajadores de la residencia, le dijeron que las cámaras de seguridad de los pasillos donde estaban las habitaciones se encontraban siempre apagadas.
Por otra parte, me incomoda pensar que las cámaras que apuntan hacia la calle, puedan grabar parte de mi recorrido diario y descubrir dónde vivo.
Para finalizar con el taller, conocimos la historia de Surveillance Camera Players, un colectivo de Nueva York que advierte del peligro que supone estar vigilados constantemente, a través de performances, mediante las cuales protestan diferentes hechos.
Tomándoles como referencia, decidimos realizar una performance delante de una de las cámaras de la facultad, denunciando una injusticia ocurrida actualmente: el caso de “la manada”. A través de ella, quisimos transmitir un mensaje claro: no debemos echar la vista a un lado y hacer oídos sordos de los actos ilícitos que ocurren en la sociedad. Juntas somos fuerza, si nos tocan a una, nos tocan a todas. ¡LA MANADA SOMOS NOSOTRAS!. Aquí os dejo el video.
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